Por Manuel Rodríguez /Vagabundo tras la libertad
Llevo asistiendo a la caída de las bases de la sociedad democrática durante demasiado tiempo; quizás realmente nunca conseguida; quizás esa hipotética se quedo en tesis sin praxis; en simple moldura, en absurdo esqueleto y el espíritu del que se hablaba jamás existió, probablemente como vieja leyenda, se dice, se cuenta que hubo un tiempo, una gente, un vestigio, una impronta que nadie ha visto pero se comenta y se rememora que existió.
Ayer, sin ir más lejos sucumbí a ese credo del que teorizan, hablan y venden. Fue en un Foro; uno de tantos en los que se cuenta, se estipula y se mercadea con la contracorriente, del más noble pero más agazapado; del más luchador pero menos vendedor; del más reflexivo pero más consciente de los peligros del narcisismo en determinados grupoides; del más valiente pero menos listo; del más anónimo pero menos excitador y así sigo y sigo y me pierdo en los días de rosas en que se me decía, entra, pasa, aquí tendrás manos amigas, gente que te apoyará en tu camino y que cree en ti, aquí somos muchos, por tanto te arroparemos; aquí somos diversos y por ello diferentes pero atrevidos, osados, luchadores inagotables y con el mismo fin. Pasa, adelante llegaste a buen puerto ... Ayer como contaba decididamente aborrecí esos cantos de sirena que en un octubre pasado me cantaron para que acudiera. Ayer una buena persona; al menos buena gente para mí se marchó; supongo que triste y asqueado por lo que en dicho Foro se comentó. Hace bastante tiempo que descubrí que existían carnets de primera y de segunda fila; que había tres niveles en dicho Foro y que en esencia era un paradigma de ciertos acomplejados, que definitivamente se daban por satisfechos cuando un envidiado y poderoso CERDO tomaba prestado, cuando no plagiado los entrantes y los salientes de cierta dinámica en ese Foro y era debatido en altas instancias sociales. Mientras tanto el debate seguía con la misma complacencia que el primer día y se seguía repitiendo la mala leche provocada por la cornamenta consentida y publicada.
Tras estos meneos y absurdas tiranteces en torno a determinados debates estériles e insoportables manifiestos cuál programa verdulero me he acordado de un artículo escrito el verano pasado y que desgraciadamente, perfila y da una idea de lo que en el Foro mencionado y en esta sociedad agrietada de éticas y buenas decencias se mastica y eructa..; me refiero a las humanas por supuesto. Fiel reflejo, sin duda alguna de la falta de criterios conductuales y éticos a que nos están empujando y que sin duda alguna como barca perdida en la marea navega sin equilibrio y sin rumbo alguno… sólo que hay rocas muy dañinas en la costa.
En ese artículo referenciado me planteaba cuál era la evolución generalizada de nuestros políticos y de nuestra sociedad en general, planteándome qué había pasado con la izquierda principalmente en nuestro Sacrosanto país y lo penoso y vergonzoso al observar la evolución generalizada de la supuesta izquierda política y sobre todo ideológica, y que resumía de la siguiente manera:
INVOLUCIÓN
…. En principio el joven de izquierdas, adolescente muchas veces, ha tenido un perfil utópico, solidario, revolucionario, sin miedos ni presto a, en principio, ser manipulado. Pongamos que hablo de aquellos revolucionarios que se comían el capitalismo y en reuniones más propias de masones, ideaban su salida de las toperas y su anteproyecto ante lo que se vaticinaba: la democracia, salvadora y juiciosa, donde todo ser humano supuestamente iba a tener los mismos derechos y obligaciones. Las mismas oportunidades, la misma dignidad y decencia. Recordar a aquellos ORTistas y Maoístas, pro países del Telón de Acero y/o de las consignas de Mao Tse Tung.
El individuo de izquierdas, ya más asentado, pero no por ello menos soñador que su adolescente compañero de ideas, plasmaba los grandes retos de la sociedad que empujaba, en torno a esas gigantescas puertas de una presa llamada democracia, y que parecía jamás se cerrarían, dejando paso a las ideas progresistas e hipotéticamente limpiadoras de tan rancia y casi infinita hegemonía dictatorial. Anclados, sobre todo en el PCE, obreros de base y herederos de un bando que perdió la guerra, pero jamás su dignidad, portaban sus banderas de libertad y de aupar esta sociedad dividida por nuestro mayor pecado capital: la represión en forma de vendettas de odios, envidias y recelos.
El maduro hombre de izquierdas, más asentado en la practicidad, en la pseudointeligencia emocional, contribuía con su experiencia y su menor tono utópico a ser prioritariamente juicioso y listo; mucho menos emocional, desde luego y previendo el futuro a medio plazo: surgieron de la nada miles y miles de seguidores de un tal Pablo Iglesias y de sus doctrinas sociales e ideológicas. Como en el milagro de los peces se multiplicaron los admiradores de esa ideología que empujaba y arrollaba a muchas otras corrientes políticas. El PSOE, en definitiva parecía ser el salvador de nuestra sociedad diezmada por tantos años de represión, silencios y miedos.
Existía un ciudadano más apocado ideológicamente y más sensible a tanto cambio, muy dubitativo y poco expectante, sobre todo por el caminar duro y poco creíble de la llegada de libertades y de cambios bruscos, con aires frescos de renovación y de justicias sociales. Era, en general, un ciudadano bastante sobrio y con la evolución minante de quien ha visto demasiadas injusticias en tan extenso espacio de tiempo. Se inclinaban, como no, por un centro moderado, aunque con claras referencias al pasado, en ese momento aún cercano: UCD.
Más allá de esos ciudadanos referenciados comenzaban los partidos de la derecha, evocando y con demasiada nostalgia las cruzadas de nuestra “patria”, de nuestra “Grande y libre”. De ahí hasta llegar a posiciones paramilitares como Fuerza Nueva, Cristo Rey o similares.
Observando la edad cronológica y la edad ideológica preveo que la izquierda en este país, al día de hoy no existe, está desubicada, excluida, marginada y exiliada.
No hay utopia, no hay solidaridad, ni participación. No hay compromisos, ni consecuencias. No hay paralelismo entre la praxis y la tesis de lo que se pretende comulgar y tomar. En definitiva, al día de hoy la izquierda está no marchita sino muerta. No existe, la excomulgaron.
No fue la derecha, ni los propios dirigentes asentados en esa posición: Fue la ignorancia conducida por detractores de nuestras libertades que nos hicieron creer que aquí en este jodido país sólo había oportunidades para el bipartidismo, como en la mísera, cínica y vergonzosa guerra nuestra, donde “o eras rojo o eras fascista” y no había más. Talaron a muchos ciudadanos que sólo querían vivir en paz, trabajar y ver crecer a sus hijos sin esperar mucho más: sólo que los dejaran vivir en paz y armonía, pero nadie les preguntó.
Ahora, 70 años después, aunque la gente no dobla la boina, ni se encoge de hombros ante los administradores; aunque tampoco mira al suelo, acojonada, mientras teme la represalia verbal y fiscalizadora de supuestos protectores institucionales, ahora 70 años después las cosas en muchos sentidos poco o nada han cambiado. Se está verificando una especie de proceso de involución.
Supuestos salvadores nos coartaron la libertad de la utopía, desterraron nuestras alegrías, envenenando con falsas expectativas el sentido común, el respeto, solidaridad y la justicia; nos dividieron una y otra vez; nos engañaron e idearon con prototipos de plástico los ideales sociales: desintegrativos y competitivos; nunca solidarios y participativos: la Ley de D´Hont; la triste realidad de esa frase malsonante … “maricón el último”; de ser más fascista que muchos conocidos, a pesar de ser simples currantes, pero que en la praxis nos desalineamos con colectivos marginados, como son los emigrantes; de ser trepas sin mucho escrúpulo, a pesar de autodenominarnos demócratas; de alabar la igualdad de oportunidades y la no discriminación, pero llegado el caso, disfrazar esa cohesión con mirar hacia otro lado. Y es que no hay peor fascista que el currito que se queja de ello y luego ejerce de modo sistemático esa patología social, cual soldadito de mili, cual fagocitosis institucional.
Finalmente ese deambular evolutivo se mezcla, se revuelve y fácilmente vemos en el ejecutivo del bipartidismo existente, gente de muy diversa etnia ideológica, cual tema de Sabinas:
Putones verbeneros ostentando cargos muy representativos por decretos testiculares, personales sindicales comprados por, inicialmente, incómodas actitudes, y finalmente apoltronados en puestos de confianza; transfugas ideológicos docilizados con comisiones de muy dudosa ética; pseudocenicientas menopaúsicas seducidas por concejalías o cargos similares, que pretendiendo sean vitalicios, finalmente se disolverán; representantes ejecutivos acocainados; antecesores de representantes falangistas, ORTistas, Pseudoizquierdosos desunidos, y un largo elenco de figuras políticamente correctas, que pretendiendo ser de un signo u otro son, fundamentalmente primos mal avenidos, que con su actitud y aptitud soez y cínica pretenden darnos lecciones de ética y de buenas maneras; cogernos de la mano y conducirnos hacia el camino de la “salvación social eterna”.
¡QUÉ PENA!
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