Por Manuel Rodríguez González
Apenas acaba de comenzar el día de hoy cuando he abierto un correo de una amiga de hace apenas... lo que llevamos de año, pero que parece la conozco de toda la vida.
La muy “descarada” me hizo sentirme celoso cuando hablaba de un apuesto caballero, altanero él y al que seguro por falta de recursos le pusieron un apoyo de aluminio, en lugar de un bastón majestuoso, como se aprecia en una imagen reciente; más que para apoyarse para reflexionar y comentar sus vivencias, sus guerras íntimas, sus lastimeras experiencias con el lado oscuro del debate entre la vida y la muerte. El muy “canalla” encima aparece en una foto espléndido y con un tipo y un garbo que ya le gustaría a este quejoso que escribe, pues he cogido unos kilos improductivos y almacenados por lo que pueda pasar. El muy “canalla” como digo, además mira atento a la cámara que le dispara para dar a conocer su victoria frente al enemigo poco amistoso y que pretendió coger una cosecha que ni mucho menos era la apropiada, ni el momento, ni siquiera con el fruto aún vendido.
Dicen que su teléfono cayó al agua, pero yo se bien que no fue así. El teléfono quiso y pretendió que ese altivo hombre desfalleciese y se diese por vencido tras un ataque asesino coronario y otro cobarde cerebral. Su teléfono quiso vengarse pero tras comprobar como día a día recuperaba sus funciones cognitivas y ejecutivas, su habla, su consciencia y expresividad, incluso lo más difícil en estos duros momentos su sonrisa, tras tan duros y emotivos momentos, como digo su teléfono finalmente se derrumbó y fue como sin explicación alguna se suicidó en el líquido que acabaría con su microelectrónica para siempre. El teléfono no cayó al agua. El teléfono se arrojó a ella, mientras ese hombre observaba complacido como su voluntad, su fuerza interior y coraje habían ganado la partida a un enemigo despiadado y que ataca por la espalda.
Espero que ese “canalla” pronto acuda a estos terrenos baldíos por cierta ignominia y aburrimientos múltiples. Será el momento de mirarle de frente, cara a cara y decirle : Bienvenido “canalla”, bienvenido amigo, hace tiempo que se te espera, paciente de continente pero impaciente de contenido.
Quien bien te quiere me contó, “canalla” amigo, la procedencia de tu apodo"Teuladi". Espero que ya más maduro, menos nervioso y quizás aparentemente menos frágil, ese nick, aunque tuyo y nuestro, pero parte de tu proyecto no se inquiete cual pajarillo dubitativo y sepa quien le ofende y quien le quiere.
Como digo bienvenido, Teuladi, bienvenido Enrique, bienvenido “canalla” amigo. Estamos muy contentos de recibirte.
Va por tí
nada es fácil y tampoco la vida
son tan duras las horas, tan largas las esperas
que andas así, bailando
como un pez en la mano o un papel en el fuego.
que este tiempo sólo y sólo de nieblas
nunca consiga paralizar tus pasos
y andes así encerrado
como el mar en las conchas o el grito en las
campanas.
busca la gente de mañana
la que tiene en sus manos las olas de la vida.
Pablo Guerrero: Busca la gente del mañana
Fuente Vagabundo tras la libertad.
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