
La hija regresa a casa después de años de haberse ido. Llora desconsoladamente, pues sabe que a su familia muy católica y de misa no le va a gustar lo que les tiene que decir.
- Su padre le pregunta:
-¿Dónde estuviste tanto tiempo sin ni siquiera escribir? desgraciada. ¡No sabes cuanto ha sufrido tu madre!
- Perdón papá, pero es que me he vuelto prostituta...
- ¿Como? ¿Que? Lárgate inmediatamente de esta casa! Desvergonzada, inmoral, perversa... mala hija. Sabes perfectamente que en nuestra casa somos católicos practicantes, ¡Sinvergüenza, eres una sinvergüenza!
- Papá ya me voy, lo siento. Te comprendo. Pensaba que me perdonarías y venía a regalarle este abrigo de mink a mi mamá y darle las escrituras de una casa en la riviera francesa y una cuenta de $500.000 dólares para los estudios de mi hermano, y a ti papito, este reloj Rolex con diamantes y un Porche turbo modelo 2008, color negro, que está en la puerta.
- Hijita, ¿En que dijiste que te has convertido?
- En prostituta, papá.
- ¡Uf! Que susto, había entendido ¡Protestante!. Pasa, cariño, pasa...
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