Había una vez un árabe que viajaba en la noche, y sus esclavos, a la hora del descanso, se encontraron con que no tenían más que diecinueve estacas para atar a sus veinte camellos. Cuando consultaron al amo, éste les dijo:
—Simulad que claváis una estaca cuando lleguéis al camello número veinte. Pues como el camello es un animal tan estúpido, se creerá que está atado.
Efectivamente, así lo hicieron, y a la mañana siguiente todos los camellos estaban en su sitio. Y el número veinte al lado de lo que se imaginaba que era una estaca, sin moverse de allí. Al desatarlos para marcharse, todos se pusieron en movimiento menos el número veinte, que seguía quieto. Entonces, el amo dijo:
—Haced el gesto de desatar la estaca de la cuerda, pues el tonto aún se cree atado.
Así lo hicieron y el camello entonces se levantó y se puso a caminar con los demás.
—Simulad que claváis una estaca cuando lleguéis al camello número veinte. Pues como el camello es un animal tan estúpido, se creerá que está atado.
Efectivamente, así lo hicieron, y a la mañana siguiente todos los camellos estaban en su sitio. Y el número veinte al lado de lo que se imaginaba que era una estaca, sin moverse de allí. Al desatarlos para marcharse, todos se pusieron en movimiento menos el número veinte, que seguía quieto. Entonces, el amo dijo:
—Haced el gesto de desatar la estaca de la cuerda, pues el tonto aún se cree atado.
Así lo hicieron y el camello entonces se levantó y se puso a caminar con los demás.
(Cuentos para pensar)
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