Algunas veces, las palabras,
los pensamientos, los sentimientos,
la propia templanza…
Se comprimen como una terrible amenaza.
Vagan las partículas del tiempo en mi recuerdo,
entre mis dedos se entrelazan
y torpemente, muy torpemente,
las veo como avanzan.
Se adentran por los filtro del destino;
me invaden las mañanas;
me envuelven, me entretejen, me apasionan;
Me enfurecen, me alientan, me desarman.
No es más que miedo a la desidia.
No es más que miedo a la añoranza.
No es más que miedo a un tiempo muerto
que solo fue esperanza
Después de tanto ahogo…
Me viene la calma.
Me miro en tu rostro;
me duermo en tu cara;
me pierdo en tus sueños;
El cielo nos llama.
Los vientos nos gritan;
las penas se acaban.
Tu cuerpo en mi cuerpo;
tu llama en mi llama.
Tus manos, mis dedos;
tus labios, mi alma;
tus ojos, mi vientre;
mis ojos, tu barca.
Algunas veces también…
Se desatan las palabras.
Mª Ángeles Sierra.
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