viernes, 13 de junio de 2008

Se puede convertir la tristeza en sonrisa desde la igualdad de oportunidades.


Lorenzo me pidió mirar las fotos que tuviese de niña. Quería ver si en alguna sonreía. Pues no, no poseo ninguna. En todas hay ojos tristes, melancolía y yo diría que hasta miedo.

Pero… ¿Cómo puede reír una niña cuando la arrebatan de los brazos de su madre y la hospitalizan durante 24 meses; cuándo la visitan voluntarios que la llevan una muñeca y al poco tiempo se la roban; cuándo se hace pis en la cama y la encierran en un cuarto oscuro con un esqueleto; cuándo la llevan al quirófano y al volver no puede consolarse en los brazos de su madre; cuándo la llevan a rehabilitación y la hacen tanto daño que hasta sufre hematomas; cuándo vuelve a casa y no puede jugar como cualquier niña; cuándo hace su primera comunión y la quitan sus bastones para salir más guapa y la dejan desvalida; cuándo crece y sus amigas le dan de lado porque anda muy lenta; cuándo los chicos tontean con todas las chicas menos con ella; cuándo te engañan diciendo que hoy no salen y al ir a hacerles compañía ves que se fueron y no contaron contigo?

¿Y para qué contar de tu adolescencia y pubertad? Tristeza, tristeza y más tristeza.

Pero más tarde llegó mi boda, llegaron mis hijos y entonces sí que he tenido motivos para sonreír.

Loly León Trillo.

Afectada de polio y síndrome postpolio
Miembro del grupo Polio-Postpolio Spain.

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